![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQD0QqJiiAY4EliI0KMIQI6enIs4JRCN_vmAibNMNlZk2X0hwneMb4dimZGBBz-8_gcVodIn_Zp4LTXA4UEI8nKhDYypvgO5J-I93Roo7W_3ZVbUjTlhs8aum37-PWZb38_oSK-dlEZfA/s1600/400-inmigrantes-intentan-saltar-valla-fronteriza-Melilla.jpg)
No me acerqué a él. ¿Era necesario descubrir su procedencia,
su país de origen, su nombre?
Sólo unos días antes había tenido ocasión de visionar una
película documental, cuyos protagonistas relatan su experiencia personal en el
itinerario desde el África subsahariana hacia tierras españolas.
Desarraigo, jornadas agotadoras, hambre, sed, desierto, cárcel,
enfermedad, violencia, persecuciones y huidas…, riesgos todos ellos asumidos
durante meses, normalmente años, para intentar acceder al sueño europeo.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgePfbHV5EB9DGg_xXo6FjhIblBe8H631EGJWpVWFwBK0nPex-sLOv4YyD5fbCcuvGbJNSB55YAF3NMNwVkl77WcHRyInW09pC9PeC9sKu1uXKnrrxr2JjgEO2aDmim_owihryD-g4Qc2Q/s1600/IMG_20140412_142558699.jpg)
Sobre la acera una tela de poco más de metro cuadrado. La
mercancía se repetía alternativamente entre un “mantero” y otro: surtido de
gafas de sol y copias fraudulentas de DVD.
Los transeúntes, habituados a la escena, indiferentes,
pasaban de largo.
Permanecía en pie, apoyada fatigosamente la espalda en la
fachada de una cualquiera de las viviendas dieciochescas en los aledaños de la
”Plaza de las Flores” gaditana. Mirada cansina.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsyTqlnSF2B5oc6BbNS6iJFfYRaC2ImWFEdY99uCT-QhUhcvXKUvIDy9XMrenIT0gslnodeoutEsLhoJm4RUMeoTP4TNYySO2CQB6U7bQ6xNdTAD5LQcisp2Shq4ZmLIMxgYZr-M4Gxws/s1600/IMG_20140412_142700785_HDR.jpg)
Antes, dirigió, una y otra vez la atención, inquieto y
temeroso, hacia el punto por donde habían desaparecido de la vista los agentes
locales.
Era un día más. Simplemente sábado, víspera del “Domingo de
Ramos”…
Salvador Egea Solórzano