He
estimado siempre la política como un servicio a la ciudadanía. Prima, por
tanto, el interés general sobre cualesquiera otras consideraciones.
Contrasta, no obstante este aserto y
convencimiento con la pésima valoración que, en general, se manifiesta de la
clase política en los reiterados sondeos que periódicamente se publican.
El libro que acabo de leer (2)
aporta alguna clave para entender este fenómeno. Su autor ha sido, al menos
mientras ha permanecido en primera línea política, un personaje mediático.
Tengo que reconocer que, tanto su
ideología regionalista, como la imagen que se proyectaba en los medios de
comunicación me provocaban algún rechazo.
Ciertamente no puede tenerse una
visión equilibrada y adecuada a la realidad con tan escasos recursos
informativos.
La lectura del libro ha ido
paulatinamente orillando tópicos frívolos que configuraban la imagen con la que
el personaje era presentado en determinados medios.
Simultáneamente su figura se
revelaba con la honestidad y coherencia, características esenciales del hombre
público.
Coincidimos en el año de nacimiento
(1943). Un millar largo de kilómetros separa nuestros respectivos lugares de origen. Él
descubrió al nacer valles y montañas en el corazón de Cantabria. Yo navegué
transportado por la luz diáfana de la bahía gaditana.
Generación curtida en la escasez de
los años de la postguerra, pero que tal vez por ello valora en su justa medida
la cultura de la tenacidad y el esfuerzo.
Es amplia la relación de miembros de
esta generación que, desde orígenes humildes, y con escasos recursos
económicos, pero con la sana ambición y el trabajo constante como bagajes
decisivos han sabido superar obstáculos y alcanzar cotas reservadas
teóricamente a grupos privilegiados.
Entre ellos se encuentra nuestro
personaje: Miguel Ángel Revilla.
El libro evidencia un político
“vocacional” y no “profesional”. Se critica acerbamente a quienes hacen de la
política un “modus vivendi” y por
ello están abocados al arribismo. Cuando hipotéticamente son extraídos de la
función política, por los avatares democráticos, quedan sumidos en la más
profunda orfandad y aislamiento.
Miguel Ángel Revilla es un político
de convicciones firmes, profundamente enraizadas. Coherente con estos
principios. Llegó a la política no en busca de un “status” social y económico,
del que ya disponía previamente por su profesión, sino con la finalidad de
situar a Cantabria al mismo nivel que el resto de comunidades autónomas y
propiciar su modernización.
A los ciudadanos cántabros compete
la valoración de estos postulados y la consecución de los objetivos
programáticos.
De lo que sí estoy seguro es que
sabrán apreciar la integridad ética de la persona, puesta a prueba en
circunstancias concretas detalladamente descritas en el libro.
Terminando ya el relato de su
experiencia política el ciudadano Revilla, licenciado en Ciencias Económicas,
diplomado en Banca y Bolsa por la Universidad del País Vasco y profesor de
Economía Aplicada en la Universidad de Cantabria, analiza y expone de forma
accesible al no erudito la compleja crisis que padecemos y apunta propuestas
sugerentes y concretas para una superación justa y con garantía de futuro.
Políticos de este calibre dignifican
la función pública. Constituyen el paradigma que ha de orientar el trabajo de
todo gestor de la “res publica” en
cualquier nivel administrativo.
(1) p.
248
(2) REVILLA,
Miguel Ángel, “Nadie es más que nadie”,
Espasa libros S.L.U., (2012), Barcelona, 6ª edición.
14
de julio de 2012
Salvador
Egea Solórzano
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