De
paciencia o resignación no escaseamos los vecinos de la avenida donde resido.
Más de dos décadas han transcurrido desde que nos entregaron las viviendas,
prometieron comunicar la urbanización con la barriada limítrofe y facilitar una
salida rápida a la capital.
Hace
poco más de un año, por fin, la gerencia de urbanismo inauguró la “Calle de en
medio”
Su
apertura ha incrementado en la avenida espectacularmente el tránsito de
vehículos y de la tranquilidad silenciosa hemos pasado al bullicio de las
horas-punta. Es el peaje que los vecinos abonamos en contrapartida.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVWNTf4C0Rj1NQvlfzDOezDKjJ39RjvLwhYqfOwHtTepAPXiL3jBFuUtMq2VPHFrfMouztkI6DU5PaglQ0KW9pghBN-KxOWLwPXFBgWg2N7q5CzLEZFGihHpSHDrCbRV52CwaPMyFYhmA/s1600/batallones+de+marina+2.jpg)
Yo,
considerando el gran servicio que como vía de comunicación presta, me he
atrevido a bautizarla “Calle de en
medio”.
Irregular
amplitud en su acerado, acacias y mobiliario urbano le otorgan singularidad
respecto a la avenida matriz.
Por
la “Calle de en medio” transitan peatonalmente jóvenes madres presurosas que
llevan y traen a sus hijos a colegios próximos, estudiantes adolescentes hacia
el instituto de secundaria, vecinas que arrastran el carrito de compras hacia o
desde el supermercado cercano…
Al
pasear mi mascota he observado, en ocasiones, dormitando en un banco, un
transeúnte vagabundo.
Parece
como si, de pronto, la “Calle de en medio” nos hubiera abierto las puertas de
la ciudad a los vecinos, ¡tan enclaustrados estábamos por la incomunicación…!
En
cierto momento, recorriendo pausadamente tan exiguo paseo, la “Calle de en
medio” generó la metáfora.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhedjcnIhvVOZLAW1EX1QAkdMWb4uc6f9VSdMX9rNSujrVkEtZGiHpaR3oU1BXSDs6jvSBou1GjthhvX02-Rw4ILYB6H-zCe_0-UNO8w0bCo8awatkl3UkQVYqM1cw7i05zb3ZBIDQv9Sg/s1600/batallones+de+marina+1.jpg)
Metáfora
de la vida porque cada uno de nosotros, en imagen en absoluto original, hemos
de constituirnos en puentes que enlacen orillas y no en muros infranqueables
que aíslen.
Metáfora
de la vida porque sobre el pavimento que vamos extendiendo con disponibilidad y
atención a la realidad que nos rodea se desplazan aquellos que, perdidos en el
laberinto de su propia existencia, buscan salida a su soledad, reclusión y
abatimiento.
La
“Calle de en medio”, que tan gran prestación facilita a la ciudadanía, ya es
para mí algo más que simplemente un oportuno servicio público. Cuando
reiteradamente la recorro a diario no puedo evitar sentirme yo también, al
menos como proyecto inconcluso, “Calle de en medio”.
Salvador Egea Solórzano
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