miércoles, 26 de octubre de 2011

"EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt"


            Entre los regalos que tradicionalmente nos hacemos la familia por Navidad y Reyes recibí de uno de mis hijos el libro: Henri J.M, Nouwen, “El regreso del hijo pródigo. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt”.
            Con sinceridad he de confesar que, en aquel momento y pese a que agradeciera cariñosamente el obsequio, ubiqué el libro en la estantería sin la mínima pretensión de considerar su lectura como una prioridad.
            Hemos leído y oído comentar la parábola en innumerables ocasiones. Conocemos todos sus detalles. Somos capaces de recitarla sin olvidar una secuencia. ¿Algo nuevo podría añadirse después de tantas homilías y estudios exegéticos?
            Numerosos relatos bíblicos y entre ellos, sobre todo, escenas evangélicas han sido inmortalizados en grabados, esculturas e imágenes pictóricas por destacados artistas de todas las épocas. ¿Qué sedujo al autor del libro durante la contemplación del lienzo de Rembrandt en su premeditada visita al museo Hermitage de San Petersburgo? ¿Qué podía desvelarme Henri J.M. Nouwen que no hubiera yo  observado en el estudio de tan importante legado artístico?
            Hace unos días decidí hojear el libro. Me dije: “Ciento cincuenta y siete páginas, impresión muy legible, ¡lo leeré!, ¿por qué no?”
            Acostumbro a  iniciar la lectura de los libros con una ojeada al Índice. Así lo hice y no me sorprendió que el autor estructurase el discurso en tres bloques: “El hijo menor”, “El hijo mayor”, “El Padre”. Son los protagonistas de la parábola. Al menos era mi convicción hasta aquel momento.
            Iniciada la lectura me cautivó rápidamente el estilo autobiográfico con que Henri J.M. Nouwen relata su experiencia y reflexiones.
            Sorprendentemente mi progresiva identificación con el autor hacía que recrease como propio su personal itinerario.
            Mi escepticismo inicial fue desvaneciéndose a medida que avanzaba la lectura.
            Ante “El regreso del hijo pródigo” de Rembrandt, Henri J.M. Nouwen, en sus reflexiones, inauguraba un recorrido que paulatinamente le guiaba a reconocerse en el “hijo menor”, el “hijo mayor”, para finalmente descubrir la imperiosa necesidad de fundirse con el “Padre”.
            Estas consideraciones del autor me desconcertaron originalmente hasta que fui capaz de entender que el auténtico protagonista de la parábola somos cada uno de sus lectores creyentes. Porque, en definitiva, Henri J.M. Nouwen evidencia en el libro que su evolución espiritual, derivada de la contemplación de la obra de Rembrandt, es el proceso que decididamente hemos de recorrer cada uno de los que hemos puesto en Cristo la razón fundamental de nuestra vida.

San Fernando, 26 de octubre de 2011

Salvador Egea Solórzano