miércoles, 16 de abril de 2014

ERA UN DÍA MÁS


No me preguntéis cómo llegó. ¿Arriesgó su vida cruzando el estrecho en uno de esos enjambres migratorios que se deslizan o naufragan en frágiles pateras? ¿Tuvo la osadía suicida de saltar la verja de alambres de espinos, cuchillas y mallas que configuran el perímetro fronterizo de Melilla?
No me acerqué a él. ¿Era necesario descubrir su procedencia, su  país de origen, su nombre?
Sólo unos días antes había tenido ocasión de visionar una película documental, cuyos protagonistas relatan su experiencia personal en el itinerario desde el África subsahariana hacia tierras españolas.
Desarraigo, jornadas agotadoras, hambre, sed, desierto, cárcel, enfermedad, violencia, persecuciones y huidas…, riesgos todos ellos asumidos durante meses, normalmente años, para intentar acceder al sueño europeo.
Personalicé en quien tenía ante mis ojos, delante de mí, las historias lacerantes del documental que incisivamente me había impactado.
Sobre la acera una tela de poco más de metro cuadrado. La mercancía se repetía alternativamente entre un “mantero” y otro: surtido de gafas de sol y copias fraudulentas de DVD.
Los transeúntes, habituados a la escena, indiferentes, pasaban de largo.
Permanecía en pie, apoyada fatigosamente la espalda en la fachada de una cualquiera de las viviendas dieciochescas en los aledaños de la ”Plaza de las Flores” gaditana. Mirada cansina.
En un determinado momento, velozmente, cual felino huidizo, tiró de las cuatro esquinas de la tela y toda la mercancía expuesta quedó transformada en un hatillo que engulló el muestrario. Una pareja de la policía local se acercaba, indolente, en su ronda de vigilancia. Pasados unos minutos nuevamente el “escaparate” se mostraba al público, después de, pacientemente, ir disponiendo sobre el lienzo la mercadería.
Antes, dirigió, una y otra vez la atención, inquieto y temeroso, hacia el punto por donde habían desaparecido de la vista los agentes locales.
Era un día más. Simplemente sábado, víspera del “Domingo de Ramos”…


Salvador Egea Solórzano