sábado, 7 de diciembre de 2013

TÚ Y YO SOMOS DOCE

Son recuerdos permanentes, huellas indelebles, ¿cómo puede esfumarse la memoria del primer encuentro, de aquellos momentos en los que juntos fuimos tejiendo el proyecto del que hoy, con la mirada retrospectiva, nos sentimos legítima y honradamente satisfechos?
El destino, el azar, nosotros siempre hemos entendido que la mano providente del Padre, fue determinando el camino hacia la ocasión del acercamiento.
Seguimos convencidos de que nuestras vidas, errantes hasta entonces, estaban convocadas hacia una fructífera confluencia.
Nuestro proyecto, como todo diseño juvenil, se fraguó pletórico de ilusiones y sueños: Tú y yo, dos vidas que decidimos iniciar la aventura...
“Los sueños, sueños son”, sentencia nuestro clásico Calderón por boca de Segismundo.
En nuestro caso, los sueños se han visto superados por la realidad, como si al despertar y abrir los ojos cada mañana fuéramos descubriendo el regalo diario del amanecer, de los hijos que, sin darnos cuenta, o tal vez sí, se han hecho hombres, de las respectivas parejas que han enriquecido la familia, de los nietos que hoy colman nuestro renqueante corazón de felicidad.
Y muy pronto, sólo dentro de unos días, Candela. Ambos la esperamos como Navidad que adelanta unas horas. Pues, nacida del amor, es también, de alguna forma, imagen del Amor que ha estado siempre presente en nuestras vidas.
¿Quién nos lo iba a decir hace treinta y siete años, cuando en la Nochebuena de 1976 nos comprometimos ante el altar, testigo de tantos eventos familiares posteriores, a caminar juntos de por vida?
“Ciencia exacta” es la expresión con que se alude a las Matemáticas, dada la indefectible seguridad que determinan sus postulados y axiomas lógicos.
Pero al contemplar todo el proceso que nos ha traído al momento presente hoy quiero reconocer que “las cuentas no me cuadran”.
He aprendido con los años que, en determinadas circunstancias, debo prescindir de la lógica.
¿No hay un pequeño resquicio que permita, por una sola vez al menos, violar la pétrea estructura del razonamiento matemático? ¿Todo en la vida es silogismo deductivo?
¡No!, a mí hoy  no me “salen las cuentas”.
Con el aplomo que permite y facilita nuestra propia experiencia y sin ánimo de irritar a los académicos matemáticos, afirmo rotundo: ¡Puri, tú y yo somos doce!


Salvador Egea Solórzano