sábado, 14 de julio de 2012

“SIN VOCACIÓN SE PUEDE FINGIR, PERO SE NOTA.” (1)



           



He estimado siempre la política como un servicio a la ciudadanía. Prima, por tanto, el interés general sobre cualesquiera otras consideraciones.
      Contrasta,  no obstante este aserto y convencimiento con la pésima valoración que, en general, se manifiesta de la clase política en los reiterados sondeos que periódicamente se publican.
     El libro que acabo de leer (2) aporta alguna clave para entender este fenómeno. Su autor ha sido, al menos mientras ha permanecido en primera línea política, un personaje mediático.
     Tengo  que  reconocer   que,   tanto   su   ideología regionalista, como la imagen que se proyectaba en los medios de comunicación me provocaban algún rechazo.
    Ciertamente no puede tenerse una visión equilibrada y adecuada a la realidad con tan escasos recursos informativos.
     La lectura del libro ha ido paulatinamente orillando tópicos frívolos que configuraban la imagen con la que el personaje era presentado en determinados medios.
      Simultáneamente  su  figura   se   revelaba   con   la honestidad y coherencia, características esenciales del hombre público.
      Coincidimos en el año de nacimiento (1943). Un millar largo de kilómetros separa nuestros respectivos lugares de origen. Él descubrió al nacer valles y montañas en el corazón de Cantabria. Yo navegué transportado por la luz diáfana de la bahía gaditana.
     Generación curtida en la escasez de los años de la postguerra, pero que tal vez por ello valora en su justa medida la cultura de la tenacidad y el esfuerzo.
       Es amplia la relación de miembros de esta generación que, desde orígenes humildes, y con escasos recursos económicos, pero con la sana ambición y el trabajo constante como bagajes decisivos han sabido superar obstáculos y alcanzar cotas reservadas teóricamente a grupos privilegiados.
      Entre  ellos  se  encuentra nuestro personaje: Miguel Ángel Revilla.
    El  libro  evidencia  un político “vocacional” y no “profesional”. Se critica acerbamente a quienes hacen de la política un “modus vivendi” y por ello están abocados al arribismo. Cuando hipotéticamente son extraídos de la función política, por los avatares democráticos, quedan sumidos en la más profunda orfandad y aislamiento.
     Miguel  Ángel  Revilla es un político de convicciones firmes, profundamente enraizadas. Coherente con estos principios. Llegó a la política no en busca de un “status” social y económico, del que ya disponía previamente por su profesión, sino con la finalidad de situar a Cantabria al mismo nivel que el resto de comunidades autónomas y propiciar su modernización.
     A   los   ciudadanos   cántabros   compete   la   valoración   de   estos  postulados  y  la consecución de los objetivos programáticos.
      De  lo  que sí estoy seguro es que sabrán apreciar la integridad ética de la persona, puesta a prueba en circunstancias concretas detalladamente descritas en el libro.
     Terminando ya el relato de su experiencia política el ciudadano Revilla, licenciado en Ciencias Económicas, diplomado en Banca y Bolsa por la Universidad del País Vasco y profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Cantabria, analiza y expone de forma accesible al no erudito la compleja crisis que padecemos y apunta propuestas sugerentes y concretas para una superación justa y con garantía de futuro.
      Políticos de este calibre dignifican la función pública. Constituyen el paradigma que ha de orientar el trabajo de todo gestor de la “res publica” en cualquier nivel administrativo.
(1) p. 248
(2) REVILLA, Miguel Ángel, “Nadie es más que nadie”, Espasa libros S.L.U., (2012), Barcelona, 6ª edición.
14 de julio de 2012
Salvador Egea Solórzano