domingo, 15 de junio de 2014

CHIRRÍA

Enmudeció la  euforia. El silencio se hizo pesadilla. Terminó en Brasil el debut de la selección española de fútbol. La luminosidad de la tarde cedió espacio a la noche y las ilusiones se desvanecieron.
Seguían afluyendo a mi  mente como un tropel abigarrado las últimas informaciones leídas en los medios digitales.
No juzgo si es utopía, oportunismo o demagogia, pero en la plataforma www.change.org circula una petición solicitando a la “Roja” la donación de parte de la prima del mundial en beneficio de los comedores escolares en verano.
La noticia de la cuantía de la prima pactada con la Federación de fútbol tras la fase de grupos, el acceso a finalista y el premio por levantar de nuevo la Copa del Mundo fue publicada, entre otros medios, por el periódico digital “El confidencial”  en su edición del pasado 4 de junio.
En dos días la petición de la plataforma alcanzó la cifra de 188.679 firmantes.
Claro que si reflexionamos sobre la situación de precariedad y cohesión social en nuestro entorno nos viene vertiginosamente a la memoria el “Informe Foessa, Análisis y Perspectivas. Precariedad y Cohesión social”. No tiene por qué ser la selección española de fútbol el centro de la diana o estar en el punto de mira exclusivo con el que pretendamos transformar la realidad.
La petición es un revulsivo más para nuestra conciencia adormecida, que intenta pasar de largo sobre la depauperación que la “economía que mata”, en palabras del Papa Francisco, ha causado en amplios sectores de nuestra sociedad.
Lo inadmisible es que informaciones que denuncian esta situación y  que ocupan titulares en los medios y algunos comentarios eventuales, pasados unos días, queden relegados a las hemerotecas y no se llegue a dar solución equitativa a los problemas que plantean.
Cuando un mínimo de sensibilidad permite percibir la objetividad que reflejan las palabras; lo que, más allá de ellas, observamos en las mismas coordenadas en las que se desarrolla nuestra vida, es absurdo pretender encubrir la situación, tratando de ensombrecer su existencia.
“Hacer visible la pobreza genera discriminación”, se oyó en un parlamento regional que debatía mantener durante el verano la subvención a los comedores infantiles. La repuesta que obtuvo tal declaración fue categórica: Lo que quieren las familias afectadas es precisamente que se visibilice el problema y que se le dé solución”.
España es el segundo país de la UE con más pobreza infantil, denunciaba “La Vanguardia” en edición digital el pasado 25 de Mayo.
El programa “En un mundo feliz” en Radio 5 delataba unos días más tarde, el 31 de Mayo, que 200.000 niños en España, no pueden permitirse comer carne, pollo o pescado, cada dos días.
La ONG “EDUCO” promueve una campaña para que 500.000 niños y niñas puedan hacer durante el verano una comida completa diaria.
Tal cúmulo de informaciones, de datos objetivos, contrasta con la frivolidad con que, en ocasiones, derrochamos y nos dejamos seducir por lo superfluo: “260 vuelos privados llegarán a Lisboa el sábado con entrada reservada a 4.500 €”.
Era la final de la “Champions league 2014”, jugada en la capital portuguesa por los dos equipos madrileños de fútbol el 24 de Mayo.
Siento chirriar el armazón de mi conciencia.


Salvador Egea Solórzano